Cuando salieron del bosque, lejos de atemorizar a los presentes, causáronles tal admiración que éstos prorrumpieron en vítores y aplausos.Cubiertos por un gruesa capa de barro, máquina y piloto veíanse casi como única figura que invisibles manos iban modelando a cada vuelta al circuito. Y tal como aparecieron, en un abrir y cerrar de ojos, remontaron la cuesta y desaparecieron dejando tras de sí una épica estela difícil de olvidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario