Allí, justo encima de una placa que recordaba el fugaz paso por esta vida de una persona, se aferraba pegada a una pared esta solitaria flor. Desde lo alto, contemplaba como un ramo se marchitaba día a día sobre una antigua lápida. El rincón pasaba desapercibido para los visitantes del camposanto pero la fortuna quiso que unos inquietos fotógrafos dieran con él y por esas contradicciones de la vida, inmortalizasen su efímera presencia .
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flor en el cementerio de Olloniego -Oviedo. Asturias. |
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